Lo que dice el protocolo
El protocolo también es una forma de reafirmación política. Schiaretti lo sabe, y Córdoba no discrimina (o no quiere diferenciar) entre amigos y enemigos.
El viernes 18 de Febrero se dio una situación interesante en la Provincia de Córdoba. El gobernador Juan Schiaretti, líder del peronismo provincial y jefe de la fuerza política que gobierna la provincia hace mas de 2 décadas recibió a Gerardo Morales, su homologo Jujeño y líder de la Unión Cívica Radical a nivel nacional. Era una Reunión planificada desde hace mas de 1 mes: las necesidades turísticas de ambas provincias convergieron en un acuerdo claro, simple y beneficioso para ambas partes que buscara sumar turistas y vincular plataformas de viajes entre las regiones. Este seria un encuentro olvidable si no fuera por 2 razones: por un lado, luego de la Reunión protocolar, ambos mandatarios estuvieron mas de 3 horas a solas en la casa de gobierno. Que habrán discutido en ese tiempo queda a la imaginación de los que están interesados en conspiraciones políticas, que justo se da el caso, somos nosotros. ¿Planes de cara a 2023? ¿Marcada de cancha, potencial alianza entre UCR y el PJ disidente, armar una plataforma de relacion con el gobierno nacional? Solo se puede especular. Por ahora, no vamos a hablar de eso. Hoy nos interesa mas el otro punto, uno que suele ser olvidado por analistas y real-politikeros: la misma reunion protocolar.
Y es que no es para menos. El recibimiento de Morales estuvo cargado de simbolismo protocolar. Alfombra roja al frente de la casa de gobierno, evacuación de la manzana del panal, linea de granaderos de Córdoba rindiendo homenaje y la presencia del mismísimo Schiaretti fueron algunos de los agasajos que presencio el mandatario Jujeño. Como broche de oro, el gobernador cordobés le regalo a Morales una replica del sable del General José Maria Paz, ex-gobernador cordobés y caudillo luchador de la guerra civil argentina. Esto no solo fue un protocolo simple de recibimiento de funcionarios: fue el encuentro entre dos mandatarios y altas figuras políticas. El dialogo entre gobernadores, sobre todo entre lideres de fuerzas políticas contrarias, no venia siendo así en estas ultimas 2 décadas de preponderancia de la situación nacional frente a una relativa debilidad política de las provincias. Algo del protocolo no estuvo como siempre, y ambos lo sabían.
El trasfondo es claro: ambos son oposición activa y pasiva del gobierno nacional. La cordialidad entre ambos podría ser explicada por ese hecho crucial de cara a 2023. Pero no podemos dejar que las hojas no nos dejen ver el árbol. Estos son dos lideres de una unidad política que es previa, constitucionalmente, al mismo Estado nacional: las provincias. En ese sentido, la aparición del Sable del General Paz no es menor, como tampoco es menor los proyectos de vinculación de infraestructura entre ambas provincias: tanto la planificación de un nuevo entramado ferroviario que una ambos territorios como la disminución de impuestos relacionados al turismo que busca volverse efectiva en 2023.
Y aun así, nada “cambio” realmente. Tan solo se reacomodo. Y podemos saberlo porque este no fue un protocolo cualquiera. Los protocolos suelen ser olvidados por el análisis político que peca de la soberbia de buscar “solamente lo real” en el poder, porque se olvida que lo simbólico en política es tan real como las armas con las cuales se someten a Estados. Si, lo que determina procesos políticos son los intereses de sus protagonistas, pero en las complejas redes de intereses que la democracia habilita en nuestros sistemas políticos, los protocolos y las costumbres juegan un rol central: marcan la cancha de lo permitido y lo que no, nos hablan de una actitud, negativa o positiva, a las normas no habladas de nuestro juego político. A Cristina Kirchner le renegaban no darle el bastón presidencia a Macri en 2015, y 2 años después ese mismo espacio dejaba a Macri no participar de los actos del Dia de la Memoria, Verdad y Justicia o del Acto de la bandera en Rosario. Y esta bien que así sea, porque los protocolos son mas que costumbres y valores: son espacios de disputa política donde dejamos entrever lo que tenemos normalizado y se perfila lo que buscamos cambiar.
Hoy (el 18 de febrero, en rigor) Schiaretti decidió cambiar algo. Sobreactuar un protocolo es también un mensaje político. No tiene la importancia como para saltar las alarmas de un separatismo del interior contra buenos aires ni para hablar de un quiebre del bloque radical ni para llamar a nadie traidor. Y ahí esta su poder: puede decir sin gritar, cambiar sin hacer. La democracia es, como decía Tocqueville, ante todo un resultado de las costumbres. Empecemos a ver las nuestras con mas atención, para intuir que es lo que estamos dispuestos a seguir haciendo, y tal vez mas importante, lo que la dirigencia política esta preparándose para cambiar.